Archivo mensual: julio 2013

Julio a palos – 4º – Con la Muerte a cuestas

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Va hoy, que mucho cuesta seguir en la brecha con estos calores más aptos para lagarto que para persona, la más rara de las revistas editadas durante la Guerra. La Civil, claro, que nos trae de cabeza este mes de julio. Tebeos, ya dije, se publicaron muchos en aquella tribulación. Unos seguían lo que habían hecho desde hacía años, otros más animosos llamaban al odio y a la matanza; un único título nace en plena carnicería, en la Barcelona republicana. Iniciativa cuanto menos arriesgada, con la mitad de España de frente y la otra mitad de espaldas. Tal vez por ese carácter único, excéntrico, dio el semanario en bautizarse YO.

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Para ser hija de 1937, YO no echa apenas olor a pólvora. Historietas y cuentos neutros, como si no pasara nada, que bastante se encuentra uno al levantar los ojos del papel, confeccionados por autores como el gran Jaime Juez, R. Bataller o Fernand. Muy pocas referencias directas a la realidad, como esta breve narración que les aconsejo ampliar para leer mejor, tan blanca, tan blanca que sirve en su inanidad tanto para un bando como para otro. Hasta el lenguaje que emplea aprovecharía para ambas Españas, si no supiésemos ya como se las gastan al otro lado con el Pelayos

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El plato fuerte de YO, confeccionada pobremente -cómo no- y con mejor voluntad que acierto, es una historieta bizarra hasta decir basta que refleja como un espejo el pathos de la época, con la Parca sentándose a nuestras mesas un día sí y otro también. Los misterios del Otro Mundo se llama, abracadabrante viaje infernal hecho de retazos de alucinación católica, mucho Dante, unas gotas de muertos festivos, esqueletos enamorados, iconografía del horror, padecimientos eternos y justicia de ultratumba. Un codo a codo con un Más Allá en la España Republicana de 1937 más cercano que nunca.  

Viudo inconsolable, al protagonista se le aparece en forma de esqueleto el fantasma de su amada, animándole a seguirle. Ni corto ni perezoso el hombre agarra una pistola y se vuela los sesos, para que su espíritu pueda emprender viaje al Otro Mundo. Espacio alucinatorio en el que de pesadilla en pesadilla la espectral pareja trata de «descifrar el misterio de la muerte«, Dante y Virgilio laicos, que para eso queda todavía República en España, donde no faltan penas, ejemplos y castigos, como está mandado. Un tebeo insólito se mire por donde se mire, apto para acojonar al más pintado, no me lo negarán, como todo lo que raspa la superficie de un temor hecho de escatología y religión, de ese hondo, acre y pegajoso…  

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Lo mismo que el Esqueleto Mitrado este, les conmino yo a que pinchen encima de las imágenes y tengan la paciencia de leerse estas páginas, donde van a encontrar diálogos y viñetas que les dejarán los ojos como platos. A mí me tienen sorbido el seso, y más no les muestro porque no tengo, que ya me gustaría. ¡A ver si alguien se anima a completarla, que bien lo vale esta joya del Horror metafísico cosecha 1937, tan selecta…!  

Julio a palos – 3º – Don Valentí y los marxistas

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A lo mejor algunos de ustedes se acuerdan de Don Valentí Castanys, colaborador durante mucho tiempo del TBO, autor de los que como dijo Batllorí Jofré, «dibuja en catalán», hijo de la línea primigenia abierta por Joan Junceda y creador de L´avi del Barça desde las páginas de El Once y El Chut, dos populares semanarios deportivos. Un autor sabio en la composición, de línea sintética y precisa, segura, de aquellas que son capaces de hacer pasar al universo entero a través de su propia mirada.

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Don Valentí forma parte del amplio grupo de autores catalanes de derechas refugiados durante la Guerra en San Sebastián; Serra Massana, Canellas Casals o Mercé Llimona son otros de los que coincidieron en ese exilio. Todos ellos se pusieron a colaborar -hay que comer- en el semanario infantil Pelayos, editado por la Comunión Tradicionalista, o sea, los carlistas, quintaesencia de la carcundia más ultramontana.

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Tebeos, sabrán ustedes, se siguieron editando durante la Guerra: Aventurero, Mickey, Pocholo, Pulgarcito o el mismo TBO apenas acusaron en sus páginas la realidad bélica, menos aún la propaganda. Todo lo contrario que Pelayos: de cabo a rabo era vocerío político, consigna clerical, ríos de agua bendita mezclada con sangre. Con sangre de la Otra España, claro, de la que estaba enfrente ideológicamente. La publicación rebosaba mala baba, pero hay que reconocer que gracias a las colaboraciones del grupo catalán su nivel artístico era bastante bueno.

Bueno y venenoso; había que comer, decía, pero de colaborar en el Pelayos sin más al  virulento entusiasmo  exhibido por Castanys media un abismo. Vean si no a sus milicianos monstruosos, a los inhumanos fantoches republicanos, al mismísimo Franco elevado a la categoría de Dios Sol. Por no faltar, ni el antisemitismo falta.

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Dibujos hechos de odio que odio enseñan. Sencillos, coloristas, atractivos, como la misma pasión cainita que tanto nos ha seducido siempre por estos pagos…

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Julio a palos – 2º – Canuto en la Guerra

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Tebeo, propaganda, guerra civil… el soldado Canuto poco sabe de eso. Se limita a aparecer en el periódico de trinchera La voz del combatiente de la mano de un miliciano voluntario, Tomás Porto, futuro habitual de las publicaciones de Bruguera y Germán Plaza. Tras pasar por el campo de concentración, claro, que servir a la República es pecado más que suficiente, ya saben.

Canuto es el mal combatiente, atacado por todos los vicios que el soldado del pueblo debe evitar. Canuto es humano, pues, al contrario que los pulidos comisarios que afean de continuo su conducta. Apareció en 1937 en edición recopilatoria, que es la que aquí les traigo. Carente de cubiertas, eso sí, que mejor no he podido encontrar.

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Canuto bebe, se hace pajas, se va de putas, mete la pata inevitablemente como cualquiera ante una situación de horror que le desborda. Su mal ejemplo se supone ha de corregir los males del miliciano: yo creo que más bien los acompaña, que entre el héroe y el sujeto medió siempre la distancia que va de lo real a lo ideal. Digan lo que digan.

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Huir, evadirse, a ver qué opción más le queda a los pobres Canutos que pueblan el frente. Por lo menos a los que como yo no tienen madera de paladines, qué le vamos a hacer. En tiempo de tanta épica, de tanta mística guerrera y sacrificial, uno agradece la humanidad desgreñada de Canuto. Por muy impresentable y pajillero que el muy ladino sea…

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Julio a palos – 1º : Yo fui feliz en la guerra

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Comienza hoy el mes de Julio, nietales, y los viejos no podemos sino temblar. De recordar aquel día 18, hace un porrón y medio de años, en que comenzase el más colosal y salvaje festejo que la sufrida península haya visto. Degollina colectiva de personas y valores que sigue hoy marcando, ay, un Antes y un Después. Como quiera que ya se encargarán las partes interesadas, todavía en activo, de conmemorar la matanza y el olvido, aquí en el Desván vamos a dedicar este mes enterito a celebrar nuestra castiza Guerra Civil. De la mano de la cultura popular, según es costumbre de esta casa.   

Como lo nuestro no es ni de lejos aquel cine cabezón, aburrido y elemental que tantas veces ha tenido la Guerra por escenario, ni las proclamas y dogmas de un signo u otro, ni aquellos relatos lavadores de derrotas y conciencias, elementales las más de las veces, lo haremos a la manera del Abuelito: con humor y con chufla, que siempre fue la risa negra patrimonio de la España más eterna y descreída.

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San Rafael Azcona, nuestro padre San Francisco (de Goya), Quevedo, el Summers de La niña de luto, Gutiérrez Solana, Luis Carandell. Maestros del humor ese de calavera y descreimiento, irreverente y macabro tan propiamente nuestro. A la cabeza de todos estos genios pongo yo a Chumy Chúmez: no me miren como a hereje y piénsenlo bien: nadie tan constante como él a la hora de fotografiar siempre, cual espiritista, la sombra de la huesuda que a todas horas acecha. Y sin asomo de tristeza, moralinas ni lecciones: la cosa tal cual es.

Cuenta Chumy en este libro breve y prodigioso de su infancia en la Guerra como niño evacuado de uno a otro frente, siempre bajo las bombas, habitante de hogares colectivos, requisados, ajenos. Crónica de una primera visión del mundo, hecho, como todos sabrán, de felicidad y horror indisociables. Y en su caso también de muertos cotidianos. La foto del cadáver de su hermanito hidrocéfalo que preside su cama, la del amigo abatido en el frente, un cielo familiar perpetuamente iluminado de fuego, cabezas de señora que mutan en juguete, ruinas, sangre e infantil regocijo.

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Una prosa de puñal y carcajada, sencilla como manda el relato, va desgranado la peripecia en la que igual se cuenta del descubrimiento del sexo que de la festiva quema de una iglesia o de tu casa incendiada por la aviación. Sin quejas, apretando los dientes, obligada la risa, «saboreando el placer de contemplar la muerte de otro».  Entre el estruendo de «la guerra en la que participan todos pero que solo quieren unos pocos» y las voces temibles de un santoral hecho de miedo y mentiras, como todos los santorales.

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Del arte de Chumy ni les comento que su grandeza salta a la vista. Si admiran su dibujo, sepan que su prosa está nada menos que a su misma altura. Un libro feliz, imprescindible, crónica fiel de esa patria única que dicen es la infancia…