Ya saben ustedes cuánto me gusta chinchar y llevar la contraria, que es la sal de la vida. A lo mejor es por eso, porque media España está parada, que yo tengo ahora más trabajo que nunca. Dos libros nuevos, dos, aguardan ser redactados; uno de ellos cuenta ya con editor, y en las Américas nada menos; el otro busca padrino que lo críe, cosa que pienso no ha de tardar en llegar.
Cinco años llevo revolviendo el Desván de arriba abajo, intentando mejorar su educación para que aprendan ustedes a valorar ese pasado que tantas veces se echa al olvido. Ahora necesito un descanso. Un descanso, sí, no una parada ni mucho menos. El tiempo se me come y las tareas urgentes me reclaman. Les pido, nietucos, un pelín de paciencia. Un par de meses, al menos; su instrucción es para mí importante y no quiero por premura darles a comer cualquier cosa, y hoy por hoy otros menesteres reclaman mi dedicación exclusiva.
Volveré, no les quepa duda, antes del verano. No sé quién quedará ahí, al otro lado; quien lo haga será muy bienvenido, quien se marche, puente de plata… y garrotazo en la cocorota, por infiel y por gandul!!
Hasta el mes de junio, nietales, que con el calor volveré a salir de casa. Tengan la paciencia de esperarme, que ya se sabe que los viejos somos lentos y achacosos, pero seguros. Volveré, pues. Tan cierto como que dentro de cien años, todos calvos…